A partir de mediados del siglo XIX, comenzaba a darse una nueva composición de la sociedad argentina. Las condiciones políticas y sociales de Europa y el escenario propicio que ofrecía América fueron los factores decisivos que llevaron a millones de europeos a “cruzar el charco”.
Por aquel entonces, en el “Viejo Mundo” se daban una serie de transformaciones económicas caracterizadas por la 2º Revolución Industrial. Los coletazos del proceso de industrialización y la tecnificación del agro concentraron la actividad en las ciudades. Al mismo tiempo, se producía una explosión demográfica ya que la población había alcanzado casi los 200 millones. El exceso de mano de obra agravó las condiciones salariales de trabajadores y los índices de desocupación se incrementaron notablemente
Esta serie de acontecimientos iba acompañado por la revolución de los transportes. El progreso técnico hizo posible la aparición de los barcos a vapor y de esa forma, los viajes se hicieron más cortos y accesibles. De esa forma, se presentaban un marco de posibilidades que hacían conveniente la emigración masiva hacia el continente americano.
Por otra parte, hacia 1850, Argentina comenzaba a establecerse un modelo económico agroexportador de materias primas, fundamentalmente de granos, carnes y lana. Este sistema comenzó a demandar gran cantidad de mano de obra para dedicarse al trabajo de las tierras lo cuál hizo propicio la llegada de italianos, españoles, suizos, alemanes y etc. La gran demanda de alimentos por parte de los países centrales las exportaciones creció más de 10 veces. En este período, se produjo una expansión de la producción agrícola y ganadera que a su vez, impulsó el desarrollo de las de las economías regionales.
Asimismo, entre 1850 y 1914, una serie de políticas impulsadas por los gobiernos de Mitre, Sarmiento y Avellaneda, contribuyeron a la organización del Estado y al afianzamiento de este sistema, entre ellos, la sanción de la Constitución Nacional, ley de Inmigración y Colonización, régimen de tenencia de tierras y la creación de escuelas junto con la llegada de maestras norteamericanas. A su vez, la llegada y extensión del ferrocarril permitió la integración del territorio y se convirtió en un factor determinante para la economía argentina.
La mayor parte de la ola inmigratoria eligió como destino la zona del litoral argentino y las grandes urbes. La primera colonia de inmigrantes se estableció en Esperanza, Santa Fe, fundada por Aarón Castellanos en 1865. Cabe destacar que, entre 1886 y 1870 el país recibió 160.000 inmigrantes mientras que entre 1881 y 1890 la cantidad de inmigrantes fue de 841.000.